viernes, 17 de agosto de 2012






Me han traído hasta aquí tus caderas, no tu corazón...

Y después, ¿para qué más detalles? 

Ya sabéis, copas, risas, excesos.

¿Cómo van a caber tantos besos en una canción?

Volví al bar a la noche siguiente a brindar con su silla vacía,


me pedí una cerveza bien fría y entonces no sé,

si soñé o era suya la ardiente voz que me iba diciendo al oído:

"Me moría de ganas, querido, de verte otra vez..."