Me han traído hasta aquí tus caderas, no tu corazón...
Y después, ¿para qué más detalles?
Y después, ¿para qué más detalles?
Ya sabéis, copas, risas, excesos.
¿Cómo van a caber tantos besos en una canción?
Volví al bar a la noche siguiente a brindar con su silla vacía,
me pedí una cerveza bien fría y entonces no sé,
si soñé o era suya la ardiente voz que me iba diciendo al oído:
"Me moría de ganas, querido, de verte otra vez..."